viernes, 9 de enero de 2015

El misterioso collar de perlas


Era un día de finales de Diciembre y estábamos en Navidad, la época del año que más odiaba. Para alejarme de todo había decidido irme de vacaciones al Caribe para tomar el sol y relajarme. Ese día estaba en la playa leyendo un libro. Al rato me fui a bañarme, hacía mucho calor, dejando el libro sobre la toalla. El agua estaba estupenda, así que pase largo rato bañándome, olvidándome que había dejado el libro a la vista de todos y me salí del agua, pero al cogerlo cayó una cadena con una perla. ¿De dónde había salido y quién la había dejado en mi libro? Todo esto era muy misterioso. Los días iban pasando y cada vez había más gente en el hotel, por otro lado iban poniendo más adornos de Navidad, eso no lo soportaba. Vamos, se que la navidad es una época muy bonita y todo ese rollo, pero a mí nunca me ha pasado nada bueno en esas fechas, más bien todo lo contrario…tal vez os interese conocer porque odio esta festividad.
Todo empezó hace tres años, yo estaba totalmente enamorada de un chico y él de mi, todo iba genial hasta que el día de Nochebuena. Mientras nos dirigíamos hacia la casa de mis padres tuvimos un grave accidente en el que acabamos tan mal heridos que entramos en coma y nadie sabía si despertaríamos. En el coma pasó algo muy raro, todo era oscuro y silencioso, daba miedo porque no encontraba la salida ni luz,  pero de pronto… vi a alguien rodeado de un aura luminosa dirigiéndose hacia mí; para mi sorpresa era Daniel, mi novio. Corrí hacia él y nos fundimos en un abrazo y en un beso; caminamos mucho tiempo, o tal vez poco, no lo sé a ciencia cierta porque no veíamos nada. De pronto, vimos a todos nuestros amigos llamándonos, corrimos de la mano hasta ellos, pero al llegar él se sentó a descansar y se acabo durmiendo; al abrir mis ojos, ya no estaba con él sino en la cama de un hospital rodeada de médicos. Pasaron los días y él no despertaba, no sabía qué hacer, me culpaba a mí misma de haber dejado que se durmiera; cada vez que podía me escapaba a su habitación y le cogía la mano pidiéndole que volviera a mi lado.
Sin embargo, los médicos no tenían mucha confianza en que volviera a despertar, sus heridas eran muy graves, yo no perdía la esperanza, no podía perderlo, lo amaba demasiado y sin él mi vida carecía de sentido, se quedaría tan vacía como la cascara de un huevo.
Llegó el nuevo año y él seguía igual, no regresaba a mi lado por más que yo se lo pidiera llorando; pero entonces, un día todo cambió, lo notaba en el ambiente. Fui a su  habitación como todos los días, le cogí la mano y empecé a llorar, hacía cuatro años que estábamos juntos y seguía tan enamorada como una colegiala, pero él no estaba a mi lado para celebrarlo, seguía dormido y eso me destrozaba.
De repente, abrió los ojos y me miro esbozando una débil sonrisa, llame corriendo a los médicos pero él negó con la cabeza. Posé mis labios sobre los suyos y le besé, le pedí que se quedara a mi lado, que no quería vivir sin él, pero me dijo que su tiempo se había acabado, que estaba feliz de haber pasado sus últimos cuatro años con un ángel. Después de eso suspiró y cerró los ojos para siempre, pero con una sonrisa.

Desde ese día me había aislado de todos, había estado viajando por todo el mundo y trabajando, nunca volví a celebrar la Navidad, me traía dolorosos recuerdos. Los días fueron pasando y cada día aparecía una perla nueva en alguna de mis cosas, la curiosidad empezaba a aparecer en mí y una chispa de ilusión también, tenía ganas de volver a vivir.
Después de descubrir una perla, conocí a un chico muy mono, se llamaba Tommy, era muy simpático, pronto nos convertimos en grandes amigos, todos los días nos íbamos a surfear y luego a cenar y pasear por la arena.
Muchos días, cuando no teníamos ganas de surfear, paseábamos por el hotel o visitábamos lugares de interés turístico, cosa rara porque no nos gustaba hacer lo mismo que los demás turistas. Pero ambos somos demasiados curiosos y al final hacíamos fotos en esos lugares, ya sea haciendo el tonto o normales.
La gente se pensaba que estábamos juntos pero no era así. Un día, tras despedirnos y que cada
Se fuera a su habitación, descubrí una bonita cadena debajo la puerta, me quede un poco en shock. ¿Otro admirador secreto? No era posible. Al entrar vi una nota y por curiosidad la abrí y comencé a leer.
Soy el chico de las perlas, para cuando acabes de completar las veinte perlas, te hará falta una cadena y que forme un bello collar, tan bonito como tú.
Pearl
Realmente no entendía quien podía ser, era muy extraño todo, así que guarde la nota junto con la cadena en un cajón con las perlas.
Los días pasaron, y segui recibiendo perlas, pero ni una nota más, así que casi acabe por olvidar al misterioso chico, estaba demasiado bien con Tomas y me lo pasaba genial.
Después de uno de nuestros paseos, al llegar a mí habitación descubrí una nota debajo de la puerta la cual ponía:
Tu belleza me inspira,
tu sonrisa me enamora,
tu mirada es tan hermosa
como una amapola.
Todo este misterio me estaba volviendo loca, tenía muchas ganas de descubrir a este admirador, pero por otra parte no, me estaba enamorando de mi amigo y tenía miedo, hacía varios años que jure no volver a enamorarme por miedo a perderlo otra vez. Deje toda preocupación a un lado y al día siguiente descubrí otra perla y me di cuenta de que había acabado el collar.
Me lo puse y me fui a surfear con mi amigo, todo iba genial hasta que apareció una gran ola y me tiro al agua, perdiendo el conocimiento durante unos minutos al golpearme con la tabla de surf.
Cuando desperté me di cuenta de que me tenía abrazada y estaba preocupado, lo miré y él me devolvió la sonrisa.
— ¡No me vuelvas a hacer esto!
—Tommy…-digo con lágrimas en los ojos.
—No te preocupes no me iré de tu lado, no llores por favor, por favor.
—Vale, gracias por estar ahí siempre-le abrazo y apoyo mi cabeza en su hombro.
—Me asustaste mucho ahí dentro-señalando al mar-no puedo vivir sin ti, Laura, te quiero demasiado, así que…no lo vuelvas a darme ese susto.
—Tommy, te quiero-se sonroja haciéndolo aún más adorable- como algo más que a un amigo.
—Yo también, mi ángel.
— ¿Ángel?
—Bueno, es que…-dice sonrojándose-cuando te vi por primera vez, me pareciste un ángel.
—Jajajajaja…es lo más bonito que me han dicho hasta ahora-digo entre risas y lagrimas.
—Me alegra, porque aunque no lo creas, no soy un chico muy romántico ni nada de eso.
—No, si ya me imagino…-digo aún riendo.
—Eres una chica muy alocada, pero te quiero mucho-me besa por sorpresa-me encanta como te queda mi collar.
—Este…esto… ¿tú eras el de las perlas?
—Es que tenía miedo de decírtelo a la cara por lo firmé con CP o pearl porque sabía que nunca lo adivinarías y…
— ¿Qué significa esas iniciales?
—Collar de perlas y perla. También tenía miedo de que la amistad se fuera a darse un paseo y…
—Hicimos una promesa Tomas, no la voy a romper-le corto besándole.
—Me alegro de que pase lo que pase siempre la mantengamos-me abraza mirando el mar.
Pasamos una gran navidad juntos, volví a descubrir la magia del amor y de la navidad, lo mejor de todo es que empecé a sonreír de nuevo y eso a él le hacía muy feliz. Pero como toda o casi toda historia de amor, no es eterna, así que tras la Navidad, se acabó esa magia tan especial, nos dimos cuenta de que nos queríamos tanto que al no querer que por cualquier cosa esto acabara mal, volvimos a ser los mejores amigos que fuimos no hace mucho.

Fue una Navidad maravillosa, conservo aun su amistad y para mí eso es lo más importante. Como se suele decir, no todo es eterno y en algún momento todo llega a su fin.

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